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Hoy es lunes: el penúltimo lunes del sexto mes del año.

Creo que podemos decir, que vamos a la mitad de este año en curso.

Aún no sale el sol, de hecho la luna y la oscuridad aún están aquí conmigo.

 

Muchos hablan del sol, la luz, el comienzo, como si algo terminara para volverlo a empezar.

Ahorita mientras escribo, entre tanta oscuridad, tengo mi luz para escribir y soy luz ante los que ven de su obscuridad hacia mí.

 

Un día soñé cómo la luz me alumbraba; me quitaba esa sensación de oscuridad y ceguera. Al seguir en el sueño, empecé a ver cómo he perdido tiempo en esa ceguera. Miré cómo me levanté y empecé a caminar, pero a caminar escalando, y me miré cómo subiera una montaña, de mis miedos, la montaña de mis inseguridades, la montaña de mis errores. Al casi llegar, y aún en el sueño, me paré, y antes de llegar a la cúspide, en donde normalmente un escalador pone su bandera, quise respirar y meditar y pensé:

 

Hay personas que escalan su Everest desde muy temprana edad; habremos otros que tardamos un poco más, y habrá personas que simplemente prefieren vivir en lo plano. Para aquellas personas que escalaron su Everest, en cualquier momento de sus vidas, mis respetos, porque esa escalada es más grande que dominar el Everest de esta tierra.

 

Al terminar con mi meditación no quise subir, sentí que mi mano soltó otra mano y que algo dejé atrás. Me di la media vuelta y nunca pisé esa cúspide y la verdad si espero pisarla, pero con la mano que dejé atrás.

 

Habrá opiniones encontradas que entre ellos dicen:

Lo más importante es escalar por ti mismo.

 

No lo sé aún, cuál va a ser mi destino, pero sigo descendiendo, buscando esa mano, y ¿saben? Yo espero que todos ustedes busquen, encuentren, escalen, lleguen, respiren y mediten, no importa los errores, el tiempo, lo triste es quedarse sentados.

 

Para las pocas personas en este mundo que hayan escalado el Everest de la tierra, mis respetos, y para aquellas personas que hayan escalado su propio Everest, siéntanse libres y capaces, que lo que sigue es que empujen y tomen de la mano a alguien más para que también llegue.